Welcome to my blog, hope you enjoy reading :)
RSS

jueves, 31 de enero de 2008

NO CREO EN EL SEXO POR EL SEXO..

Aunque se declara más chilenizada que nunca Mey Santa María conserva esa frescura caribeña que le hereda su Cuba natal. Guapa, sencilla y conversadora, sólo se enfunda en un par de shorts, camiseta y par de anteojos gigantes- por los que jamás pagaría una millonada- para asistir a las cotidianas reuniones de pauta de “Así somos”, programa de tertulia trasnochadora de RED TV que la tiene como panelista hace ya un par de años. “Me siento súper cómoda”, dice.

Ya con nacionalidad chilena, con más de una década viviendo en nuestro país y habiendo cumplido el sueño de traer a su familia a vivir junto a ella, la carismática ex musa de “Morandè con Compañía” se declara feliz y en una etapa de equilibrio y tranquilidad que durante mucho tiempo había anhelado.Casada con el productor argentino Gustavo Battaglia, sólo espera conseguir la meta que considera su “tarea de vida”: Ser madre. Sin embrago no se angustia. “Será cuando Dios lo quiera”, recalca. De igual forma asegura que por tareas no se queda, y que por lo mismo se da tiempo para jugar en pareja.

No le teme a la monotonía pues cree “puedes romperla con una exquisitez formidable” y privilegia el sentido de una relación de amor profundo y estable. “No creo en el sexo por el sexo”, sentencia.

- ¿Te sientes cómoda en “Así somos”?- Me encanta el programa y el formato me acomoda completamente. Hablamos de lo que nos gusta de lo que no nos gusta. Hablamos desde temas de contingencia hasta relaciones de pareja, sexualidad, etc.

-Es un poco comentar el día a día.- Se presta para la autoreferencia, ¿eso no te complica?- Es extremadamente autoreferente porque es un panel que comenta sus experiencias con el resto, pero fíjate que no, no me complica para nada. Yo toda la vida he sido súper abierta, nunca he sido alguien que tenga problemas de contarle a la gente cómo soy. Pasó que en algún minuto y algunas entrevistas o programas empezaron a mirar mi vida de forma morbosa y eso sí me molestaba.

- No es que seas reticente a hablar, es cómo se trata- Exactamente, de hecho yo creo que en el programa he dado más jugo del que podría haber dado en cualquier entrevista (risas) Incluso si el día de mañana ocurriera algo de mi vida personal para mí sería mucho más grato comentarlo en el programa que en ninguna otra parte.

- Y en la diversidad o anécdotas, ¿te ayuda tener origen cubano para enriquecer las historias?- Más que por el hecho de ser cubana, porque ya cumplí 13 años en Chile y todo lo que tiene que ver con relaciones de pareja y hasta contingencia en mi vida, es Chile. Pero lo que sí pasa es que con Carola (Brethauer) somos y distintas en gustos, vivencias, experiencias, etc. Muchas veces a ella el gusta el blanco y a mí el rojo y creo que eso sí enriquece tener la mirada distinta de dos mujeres diferentes.

- ¿Cuál es la mayor diferencia?- La Carola es mucho menos pudorosa que yo, siendo que se ve distinto. Muchas cosas que para ella son lo más normal de la vida para mí son “¡Pero no!, ¡qué terrible!”.

- Tan conservadora, ¡Ya estás chilenizada entonces!- Sí yo creo que sí. Obviamente yo cubana voy a ser hasta que me muera, pero sí hay muchas cosas. Cuando voy a Cuba por ejemplo, me dicen “la chilenita”. Por mi acento, porque hablo con el “cachai” y porque tengo una mentalidad mucho más cercana a lo que es el chileno que a lo que es el cubano hoy en día.

- ¿Sí? ¿En qué se nota?- En todo, en el cotidiano principalmente. Yo estoy acostumbrada a la forma de atender en Chile por ejemplo, acá todo es “Gracias” y “Por favor” y allá eso cuesta mucho que se de. Me pasa sí que cuando regreso a Cuba vuelvo a la simpleza, a lo sencillo. Ando descalza por ejemplo. No quiero decir que vuelvo a lo natural para no sonar cliché, pero sí valoro mucho más lo que tengo acá. De pronto aquí nos hacemos muchos problemas, nos estresamos o deprimimos por cosas que no valen la pena y nos falta ver todo lo bien que estamos, agradecer por eso y disfrutarlo. Cuando vuelvo de Cuba regreso con esa energía rica de “Vuelvo a comerme la vida”.

- ¿Te costó mucho acostumbrarte cuando llegaste?- Sí, el cambio es fuerte. El sólo hecho de aprender los modismos chilenos fue una locura... pero ahora ya ni siquiera me siento extranjera.

- ¿Cómo lo hiciste con los códigos de las relaciones?- Eso cuesta. O sea, uno en general no acaba de conocer a la gente, pero si le sumas costumbres o comportamientos distintos es mayor. Te puedes dar cuenta que una persona está siendo irónica contigo, pero qué le vas a hacer, no la puedes cambiar. A mí hasta el día de hoy me duele porque yo soy más simple, nunca me ha gustado hacer sentir mal a nadie. Para mí hay ciertas cosas que aquí deberían cambiar. Yo me encariño mucho con la gente que trabajo, sin embargo, acá en Chile tienen como filosofía que en el trabajo no se hacen amigos.

- Te toca pagar el piso porque de pronto esperas más...- Ni siquiera eso, yo hace mucho tiempo que dejé de esperar de los demás porque la pasaba muy mal. Sufría mucho cuando yo estaba dando una amistad sincera, una confianza, una entrega y después no había retribución, o peor aún, recibía traiciones, mentiras, comentarios mal intencionados… hace mucho tiempo que dejé de hacerme expectativas con las personas, acepto como vengan siempre y cuando no influyan negativamente en mi forma de ser. Además los cubanos somos así, más viscerales, apasionados, explosivos, para afuera, decimos las cosas…
-Y de hombres, me imagino que hay harta diferencia entre chileno y cubano...- Sí, chileno, argentino, cubano, todos los hombres son muy distintos, pero al final tienen la misma base (risas)

- Al final no te quedaste ni con uno ni con otro- No poh, viste.

- ¿Tienes alguna preferencia?- Más por el chileno creo. El cubano es muy machista bruto, es muy sexual, muy sensual, muy exquisito cuando tú vas de turista, pero cuando te toca pasar con él el día a día al lado es de armas tomar. En cambio justamente una de las cosas que me encantaron del chileno es que es muy caballero, muy dulce, te tratan como una princesa.

- ¿Y el argentino?- Es la mezcla perfecta entre el bruto cubano y el caballero chileno (risas) por eso es tan ideal. Obviamente con algunas particularidades que es gritón, que es más desenfadado pero más que generalizar en hombre creo que cada ser es específico y tiene sus encantos y desencantos.

- Con respecto a eso, ¿cómo ha sido la vida en matrimonio? ¿Te ha gustado?- Sí fíjate. Tengo una vida muy tranquila y creo que viene de la mano con que estoy muy contenta con mi trabajo, también está toda mi familia acá, que era mi mayor objetivo, tenerlos a todos juntos… está todo en equilibrio. Gracias a Dios está todo como hace mucho tiempo quería que estuviera, lo desee mucho.

- ¿Te costó tomar la decisión?, ¿de casarte?- Yo creo que cuando a uno le piden matrimonio y estás enamorado, te envuelve una nube donde todo es idóneo, todo es perfecto, está en el momento indicado, con la persona precisa, en el lugar correcto. Y después bueno… creo que todavía estoy en ésas (risas). Llevamos dos años de casados, antes estuvimos otros cuatro conviviendo, creo que los grandes problemas del matrimonio, a pesar de hay sus cosas obviamente, nos pasan por el lado.

- Hay que acostumbrarse...- Claro son dos formas de personalidad distintas. Yo llevo una vida muy agitada, soy soñadora, en cambio mi marido tiene los pies bien puestos en la tierra, es tranquilo, sueña menos. Entonces ahí de repente nos pegamos nuestro desajuste, pero nos alimentamos y seguimos. Es un proceso simpático y entretenido.

- ¿Cambió de estar conviviendo a casarse?- Sí, hay cosas que cambian.

- ¿Será psicológico?- No sé, pero… ¡es que ese maldito papel! (risas) Lo que pasa es que cuando tú firmas los roles se definen y eso es un desastre. Cuando estás en pareja y decides convivir la cosa es más de compañeros, el primero que llega, cocina, si tú cocinas, lavo yo. Es más de partner. Pero te casas y ya es como: "Ok la cocina es tuya, yo traigo la plata, etc". Y eso es un desastre. Por ahí va lo malo de firmar el papelito que por alguna extraña razón también que el firmar te da el derecho otros dirás te condena a que sientes que el otro es de tu propiedad y ahí yo creo que se cometen lo grandes errores. Uno nunca es propiedad del otro.

- ¿Te gustaría tener hijos?- Me encantaría tener hijos.

- ¿Lo tienes en carpeta?- No lo tengo en carpeta, lo tengo encima, abierto sobre el escritorio con letras grandes y destacadas (risas). Pero bueno, como dice el dicho “Uno propone y Dios dispone” así es que estoy tranquila, y por las tareas no me quedo (risas).

- Dedicada- Claro, estoy en un proceso entretenido tengo peces, pájaros, perros y en todos ha fluido mi instinto maternal. Y viendo a las amigas que están con el segundo, o el tercero. Pero bueno, ya la etapa de la ansiedad se fue. Estoy relajada. Dios sabe lo que hace.
- ¿Cómo te ves de mamá?- Aprensiva, regaloneadora, lo que sí espero no hacer es mal criarlos, aunque eso dice uno y después lo hace igual. Sabes lo que pasa que yo creo que mi gran plan en esta vida mi gran tarea es ser madre, y si no ha sucedido es porque quizás yo debo disfrutar un poco más como mujer porque todas sabemos que cuando una es madre posterga el ser profesional, el ser mujer, el ser compañera, incluso hasta los sueños ya los guardas en una cajita rosada… En ese sentido estoy aprovechando cada segundo, cada minuto como viene.
- Llevando igual su rato en pareja, ¿cómo lo haces para no caer en la monotonía?- Yo creo que uno no puede estar en constante movimiento para no caer en la monotonía es muy difícil. Lo bueno que tiene la monotonía es que la puedes romper con una exquisitez fabulosa, entonces de vez en cuando alguna locura, cualquier cosa que sea distinta ya rompe. Y eso es un ejercicio que hay que obligarse a hacer porque muchas veces se nos olvida. Con el día, el trabajo, las preocupaciones, ahora es el calor, antes era el frío ¡Siempre hay una excusa! (risas) Lo importante es que cuando uno no es capaz sea el otro, ir turnándose. Cuando te das cuenta que alguna cosa pinta para grave, hay que pegar una buena sacudida.

- ¿Eres buena para inventar panoramas?- Ahora menos porque tengo a mis hermanos acá y me gusta hacer cosas en familia, estar todos acolchonados me encanta, pero a ver… te vas a reír porque debería ser algo normal, pero a veces cocino. Todos me quedan mirando así de espaldas y si me sale bien, no, ahí me toman fotos (risas).

- ¿Y él es seducible por el estómago?- No sé si lo es, pero claramente así no lo conquisté yo (risas). Yo lo seduzco tan poco por el estómago que no sé si es algo que lo enloquezca, pero sí tengo mis pequeñas técnicas para volverlo loco…

- Todo se compensa...- Claro, aparte que como salgo todos los días de un carrete, igual llego “prendida” entonces, a veces me he ido hasta disfrazada de acá, y eso rompe la monotonía...bastante (risas).

- Y él, ¡te hace detalles?- Una vez al año... (risas)

- Para los aniversarios...- Y no es chiste... Pero se esmera, porque él no es extremadamente detallista. Pero cuando lo hace sí tiene muchos detalles, entonces eso como que alimenta al año.

- Qué piensas de la infidelidad. ¿Transas frente a eso o tienes una visión tajante?- Yo creo que el tema de la infidelidad es bien fácil hablarlo, y dar cátedras si tú no lo estás viviendo...En cuanto a relaciones de pareja, hoy en día todo es válido... Transar, no transar; perdonar, no perdonar... A mí lo que me asusta del tema de la infidelidad son los traumas que deja para el que es infiel y al que le fueron infiel... De todas formas a mí no me gusta hablar del tema con liviandad, es cuestión de cada uno y no es llegar y lanzar juicios...

- Cada caso es distinto...- Claro, cada historia es distinta y personal... Antes, yo cuando era chica, no transaba, no transaba y no transaba. Ahora no sé, porque además hoy en día hay varios tipos de infidelidad. Del pensamiento, la mirada, la infidelidad del cyber; y hay grados y grados de infidelidad....¡Imagínate lo que pasa ahora con los swinger!.

- Y en ese sentido, ¿eres convencional?- Enferma de tradicional, ¿Te imaginas? No. Yo no lo juzgo porque su cosa ha de tener, pero sí hay que tener estómago, patas, personalidad y también historia que claramente no es la mía-, para compartir a tu marido con otra flaca y tú revolcarte con el otro. Y después olvidarte. No, yo soy de la escuela del romanticismo, del detalle, del enamoramiento, de las cosquillas en la guata no así del sexo por el sexo, fue algo en lo que nunca funcioné. A pesar de que en alguna etapa de mi vida quise llegar a tener una relación así, nunca pude.

- Muy "Sex and the city"...- Lo que no quiere decir que esté mal o que haya gente que no lo disfrute. Pero fíjate que tengo muchas amigas que están en esa parada y al final son chicas que se mueren por tener un flaco al lado que las quiera.

- Las mujeres igual esperamos, por más discurso, que nos llamen...- Sí, sobre todo nuestra generación de los 30. Yo creo que por eso es tan complicado, más que te sientas vieja o lo que sea. Es porque estás al medio, no eres ni fu ni fa. Muy adulta para dártelas de cabra chica y muy joven como para no querer seguir soñando con un príncipe azul. Yo para qué me las voy a dar de algo distinto, debo confesar que siemrpe fui romántica, lo sigo siendo y así me voy a morir.

TERRA.CL / ENERO 2008.

1 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola,
Me gustaría conocer a Mey...
Cómo me podría comunicar con ella
massiel.moreno@gmail.com
ese es mi correo